Capítulo 04.
Dos días después de la salida al shopping.
Jimin estaba ayudando a Seonghwa con la organización de la noche, el sector VIP del bar estaba ocupado por unos inversionistas importantes. Por esto mismo, Hwa quería tener manejada la situación al 100% y él, literalmente, se estaba arrancando los cabellos por el estrés.
—Ya, amor —dijo Yeosang—. Te estás arrancando los cabellos de la barba.
—Lo siento, es solo que hay muchos clientes y me pongo nervioso.
—Seonghwa —Minho, un trabajador del lugar, habló—. Los clientes VIP pidieron omegas para que les bailen.
—Oh si, voy a buscar, ya vuelvo.
Jimin tuvo una extraña sensación en su estómago. Jungkook estaba en ese grupo de "empresarios/gente importante", ¿él también estaba a favor del uso de omegas como objetos? ¿Él buscaba omegas para que le bailen o para tener sexo?
Mierda, por qué siquiera estaba pensando en Jungkook. Eso no es algo de su incumbencia.
Siguió limpiando la barra y tratando de liberar de su mente esos pensamientos. Él no era su alfa, no tenía por qué importarle lo que hacía con otras omegas.
Claro que no.
Tú, eres tan idiota.
Jimin quería golpear a su omega.
—Jimin —Minho caminó hasta él—. Tienes que llevarle esto a los inversionistas.
Le pasó una hoja de papel con nombres de tragos, el ojiverde resopló y comenzó a armar los vasos. Tomó una bandeja y cruzó todo el bar hasta el sector privado, saludó al seguridad que se encontraba en la puerta y entró al lugar.
El olor a alfa era insoportable y asqueroso. Jimin nunca había sido muy fan de los olores fuertes, más viniendo de un alfa. Algunas miradas se clavaban en él y, en algún momento de su camino, sintió una mano rozar su espalda, más no le prestó atención.
Llegó a la mesa y les dedicó una sonrisa respetuosa a los alfas, betas y omegas acompañantes. Jungkook no estaba ahí. Dejó las bebidas sobre la mesa y giró para salir de ahí.
En mitad de camino una mano se posó sobre su espalda baja, un alfa; robusto, musculoso y de ojos negros.
—Hola, hermoso.
—Hola —los nervios se notaban a kilómetros, la voz de Jimin temblaba un poco.
—Soy Junghee.
—Jimin.
—¿Quieres ir a una habitación, omega?
—No, no, gracias.
—Oh vamos, tienes cara de necesitarlo —sonrió con picardía—. Puedo pagarte si quieres.
—No soy prostituto —alejó su cuerpo del toque del alfa—. Trabajo en la barra, ese es el único lugar donde va a encontrar mis servicios.
El alfa rio, seco como burlándose de Jimin. Junghee miró hacia atrás donde estaba su grupo de amigos y dio un asentimiento con su cabeza. Jimin notó esto y el miedo se apoderó de él, durante bastantes segundos a decir verdad.
Cuando quiso dar unos pasos hacia al frente, para finalmente poder salir del lugar, el cuerpo del hombre chocó contra él.
—Por favor, Junghee, tengo que seguir trabajando y yo...
—¿Cuándo terminas tu turno?
—No lo sé, no tengo un horario fijo.
—Bien, te esperaré y vendrás conmigo.
—Déjame pasar, por favor.
El alfa se hizo a un costado, satisfecho con lo que acababa de lograr. Jimin dio pasos rápidos saliendo del lugar, ignoró completamente la mirada confundida que le brindó Yeosang desde su posición en el escenario.
Su pequeño cuerpo se posicionó detrás de la barra, aún con un nudo en la garganta. Para muchos esta reacción podría parecer exagerada pero después de vivir con un hombre abusivo la situación era agravada.
—Hey, hola.
Levantó su vista y visualizó a Jungkook, vestido en un traje color gris, tan pulcro como siempre. Su voz suave, relajante, preciosa.
—Hola, ¿querías algo para tomar? Acabo de llevar el pedido a tu mesa.
—¿Estás bien, Jimin?
—Si, ¿por qué preguntas?
—Estás pálido y tus manos están temblorosas.
—No es nada, estoy bien —el alfa asintió dudoso.
—Respondiendo tu pregunta anterior, esa no es mi mesa, estuve ahí en el momento de la charla de trabajo —miró sobre su hombro—. De hecho, Jack y yo estamos en esa mesa de allá.
Señaló a una costado del bar donde estaba una mesa ocupada por Jack y una mujer, Jimin suponía que esta era la omega del hombre.
—No los había visto.
—Cariño —Jungkook casi susurró, como si fuera un secreto solo entre ellos dos. Agarró con fuerza la mano de Jimin—. ¿Seguro que estás bien?
No, no, no, quédate aquí, por favor.
—Si, no pasa nada, Jungkook.
—Bien, cualquier cosa ya sabes donde está mi mesa —aclaró su garganta—. Me das tres cervezas, por favor.
—Claro.
A pasos rápidos fue a la heladera que se encontraba a su espalda y sacó tres botellas. Las abrió con cuidado y se las entregó a Jungkook.
—Gracias.
—De nada.
Jungkook le entregó una amena sonrisa a Jimin y volvió a su mesa con esa elegancia que lo distinguía de cualquier alfa que estuviera en el bar.
✧✦✧
Las horas de trabajo habían pasado demasiado rápido para gusto del omega. Para su suerte no hubo ningún disturbio en el bar ni alfas borrachos que necesitaran sacar.
Día tranquilo. Para el bar, más no para él.
Durante toda la noche tuvo sobre su cuerpo los ojos de Junghee y su grupo de amigos. Y, aunque odiaría admitirlo, tenía bastante miedo. A lo largo del tiempo que trabajó en el bar había recibido invitaciones indiscretas de bastantes clientes.
Esto era diferente, el alfa no había dejado de mirarlo en toda la noche, ojos oscuros y sonrisa petulante. Conocía como eran esa clase de alfas, nada buenos.
Su pie golpeaba impaciente el suelo viendo como la mayoría de clientes se retiraba del establecimiento, solo quedaban algunas mesas VIP. Jungkook, Jackson y su omega ya se habían retirado.
—Jimin, amor, ya puedes irte —Seonghwa golpeteó su hombro en un gesto amistoso.
—¿Seguro?
—Si, la barra ya cerró, vete a descansar.
—Gracias, Seong, hasta mañana.
Con pasos rápidos agarró su mochila y fue a la salida. El frío aire chocó contra su rostro y se hizo aún más pequeño dentro de su suéter, definitivamente odiaba el invierno.
Llegó a la esquina de la cuadra, antes de poder doblar un fuerte cuerpo se puso enfrente y él, literalmente, saltó en su lugar. Levantó su cabeza para encontrarse con Junghee, estaba vestido diferente a como en el bar, el traje había desaparecido y ahora solo llevaba pantalones casuales y una camiseta color rojo.
—Te dije que ibas a venir conmigo, ¿o no?
—Por favor, no, déjeme.
—Vamos, hermoso, sé que lo quieres. No me hagas rogar.
—No quiero nada contigo, suéltame.
—Oh, eres rudo, me gusta —sus brazos se posaron en la cintura del omega, queriendo acercar su nariz al cuello del contrario.
—Basta —exclamó—. No quiero.
Jimin, con la poca fuerza que tenía a comparación del alfa, lo empujó por el pecho y aprovechó el pequeño trastabillo del alfa para correr hacia el bar. Antes de poder llegar a la puerta su mano fue agarrada con fuerza, se relajó ante el tacto.
Jungkook.
—Hey, tranquilo.
—Hola —susurró—. ¿Qué haces aquí?
—Estaba fumando —levantó sus hombros—. Estás temblando.
Jungkook retiró su saco de su cuerpo y envolvió a Jimin con él. El olor era magnífico; tierra pura con algunos toques de madera, para el rizado este era el olor perfecto.
—¿Crees que puedas llevarme a casa?
—¿Me vas a decir que es lo que pasó?
—En el camino.
—Vamos, cielo, hace mucho frío para que estés afuera.
El brazo de Jungkook fue a parar a la cintura de Jimin, cubriendo su espalda y sorprendentemente el ojiverde lo dejó. El toque del alfa era tan cálido, agradable. El rostro del omega se recargó en el pecho de Jungkook, el miedo desapareció completamente.
Alfa lindo.
Había veces (casi siempre) que Jimin odiaba a su omega y la capacidad de jugar con su mente.
No, Jungkook no era un alfa lindo, no, no y no.
Claro que lo es.
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